España es un país rico en tradiciones, arte y cultura. Entre sus manifestaciones más características se encuentran el abanico y la peina, dos complementos que han acompañado a las mujeres españolas a lo largo de la historia y que han trascendido las fronteras como signos de identidad y elegancia.

El abanico, un objeto con historia

El abanico es un instrumento formado por un conjunto de varillas unidas por un extremo y que se abren y cierran para crear una superficie que sirve para darse aire. Su origen se remonta a la antigüedad, donde se usaba en diferentes civilizaciones como Egipto, China o Grecia.

El abanico plegable, tal y como lo conocemos hoy en día, se introdujo en Europa a través de España en el siglo XVI, procedente de Oriente. Su uso se popularizó rápidamente entre las damas de la alta sociedad, que lo empleaban como signo de distinción y refinamiento, así como para comunicarse con gestos y señales.

El abanico se convirtió en un elemento indispensable en el vestuario femenino, especialmente en Andalucía, donde el clima cálido favorecía su uso. Además, el abanico se asoció con el arte flamenco, siendo un complemento habitual en los espectáculos de baile y cante.

La fabricación de abanicos en España alcanzó su esplendor en los siglos XVIII y XIX, cuando se crearon verdaderas obras de arte con materiales como el marfil, la seda, el encaje o el papel. Los abanicos se decoraban con motivos florales, paisajísticos, mitológicos o históricos, y se pintaban a mano por artistas reconocidos.

En la actualidad, el abanico sigue siendo un accesorio muy apreciado en España, donde se conserva la artesanía abaniquera. Los abanicos se han adaptado a los gustos y tendencias modernas, incorporando nuevos diseños, colores y materiales. El abanico es un símbolo de la cultura española más tradicional, que se regala en ocasiones especiales como bodas, bautizos o ferias.

La peina, un adorno con personalidad

La peina o peineta es una especie de peine de gran tamaño que se coloca en la parte posterior de la cabeza, sujetando el cabello y elevándolo. Su origen se remonta a la época ibérica, como se puede apreciar en la famosa escultura de la Dama de Elche, que data de los siglos V y IV a.C.

La peina se popularizó en España a finales del siglo XVIII, inspirada en la moda francesa de llevar el cabello alto y recogido. Su uso se extendió por todo el país, pero especialmente en Madrid y Andalucía, donde se combinaba con la mantilla, un velo de encaje que cubría los hombros y el pecho.

La peina y la mantilla se convirtieron en un atuendo típico de las mujeres españolas, que lo lucían en eventos sociales y religiosos, como bodas, procesiones o corridas de toros. La peina y la mantilla también se integraron en el traje regional de algunas zonas, como el de fallera en Valencia o el de flamenca en Andalucía.

La peina se fabricaba con materiales como el carey, el hueso, el marfil o la plata. Su forma podía ser redonda, ovalada o rectangular, y su tamaño variaba según la época y el gusto. La peina se adornaba con flores, lazos, joyas o plumas, creando un efecto vistoso y elegante.

Hoy en día, las peinas siguen siendo un complemento muy utilizado en España, sobre todo en las fiestas y celebraciones tradicionales. Se han modernizado con nuevos materiales, como el plástico o el metal, y con nuevos colores y formas. La peina es un signo de la personalidad y el carácter de las mujeres españolas, que la llevan con orgullo y gracia.

Como hemos visto, el abanico y la peina son dos elementos que forman parte de la cultura española más tradicional, y que han sabido adaptarse a los tiempos y a las modas. Estos complementos reflejan la historia, el arte y la belleza de España, y son un motivo de admiración y reconocimiento en todo el mundo. El abanico y la peina son, sin duda, símbolos de la esencia y el encanto de España.